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Editorial

Lunes, 22 de Mayo de 2023

RESTRICCIONES AL COMERCIO POR MOTIVOS AMBIENTALES

Por Carlos A. Canta Yoy – Publicado en CARGO REPORT, Revista de la AAACI, No. 152 – Marzo/Abril 2023.

Las imposiciones europeas en los acuerdos comerciales sobre temas ambientales tienen una apariencia de buenas intenciones. Pero, muchas veces las buenas intenciones también son el antifaz que oculta la verdad: actúan como verdaderas restricciones no arancelarias al comercio. Eso ocurre también con una parafernalia de obstáculos similares como la trazabilidad y el dumping social (?). Todos parecen ser razonables, pero también funcionan muy bien como barrera para el comercio.

La Tierra es un planeta que tiene unos cinco mil millones de años. Ha tenido, sin pausa, constantes cambios, algunos de ellos catastróficos. Hace pocos años se hablaba con alarma del agujero de ozono. Parece que se recompuso solo y ahora nadie habla de él. Actualmente existe un llamado “cambio climático” que parece constatarse en estadísticas sobre el aumento de la temperatura y sus consecuencias. Se atribuye a la acción humana. Algo que no está todavía demostrado del todo y porque, además, el cambio es lo más común en la Tierra desde sus comienzos. 

Carl Sagan decía en su obra “Cosmos” que, si los cinco mil millones de años los redujéramos a escala a un año, tendríamos que el hombre apareció en el planeta a las 23:55 del 31 de diciembre. De manera que no le echemos la culpa a los hombres de todos los cambios que hubo y habrá. Somos unos recién llegados. 

Esto no significa ignorar la importancia que tiene, por ejemplo, la contaminación del aire, la desaparición de especies (aunque de todas las que han existido, tanto animales como vegetales, actualmente las que viven constituyen tan solo el 1% de todas las que ha habido). Siendo la desaparición la regla y ocurre permanentemente sin pausa. Los europeos y, en menor medida, los norteamericanos, parecen ser los más preocupados por la situación y entonces sancionan de alguna manera a los países en desarrollo por culparlos de los cambios climáticos. No tienen en cuenta que los principales contribuyentes al cambio han sido ellos mismos, por sus industrias, su utilización de combustibles fósiles, por la desaparición de los bosques y la contaminación de los ríos y los mares. Los antiguos bosques europeos como la Selva Negra o el de Sherwood en Inglaterra han sido reducidos a una mínima expresión por la explotación despiadada que sobre ellos han hecho los mismos europeos. Ahora se preocupan por la depredación del Amazonas (que compartimos) pero no por haber destruido sus propios bosques y contaminado sus aguas.

De manera que los obstáculos que están interponiendo los miembros de la Unión Europea a la firma de un acuerdo con el Mercosur o con otros países en vías de desarrollo parte de una buena intención, pero también puede formar parte de un oculto deseo de no tener que competir con lo único que prácticamente nos destaca: la producción agropecuaria.